Comienzo de diciembre (a la Beth Gibbons)
El frío, las bufandas, los guantes, el calentarse al lado de la fogata con los de la calle o los cuates de la otra cuadra, quemar cohetes con los sobrinos (uno por ái despistado siempre se quema con las palomas o con los chifladores),beber ponche mientras los más pequeños de la calle le dan en la madre a la piñata y se avientan por el relleno cuando la piñata demostró que nada es para siempre, cantar villancicos (o dejar que las señoras los canten - yo siempre los evito, a menos que ande por allá una nocturna y solitaria, así sí canto-), ver cómo le queman los chamacos el pelo con la veladora en mano a la morrita que más les lata (para después rezagarse de la peregrinación y dejarse de habladurías ya a solas -magnífica oportunidad para el primer beso-). Nacimientos, los menos hechos con esmero, los más con poca inversión pero la intención notable a leguas; árboles de navidad. Frutas, mandarinas, naranjas, cañas (de las suaves, las duras lastiman bien cabrón los dientes), tejocotes, guayabas, cerezas (¡rayos, cerezas, quizá la parte más importante de diciembre!). Ponches, soy un neófito, de qué no, me pregunto, de los ponches. Fiestas de chicos, fiestas de grandes, alcohol, música, musique s´il vous plait!, chicas con gorrita de santaclós, nuevos amigos, viejos amigos. ¡El brindis! momento, momento, diciembre apenas comienza...Frío...
deranged
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