domingo, diciembre 11, 2005

A ritmo de green is the colour (thanks, son of nothing), el poema 21 de cummings

Cómo olvidar a cummings en diciembre.

A e.e. cummings le debo mucho, le debo domingos llenos de paz, dìas interminablemente felices, destellos de poesía grave. Es poesía de domingos, de luz de amor verdadero: amor a la esencia del amor en sí, amor al desparpajo en las letras. No es que cummings no respetara las leyes universales poéticas. Él no escribía poesía, la poesía la escribía su amor y él sólo se iba por caminos que el hombre comùn y corriente toma inevitablemente. Amor, poesía, sentimiento, todo eso convertido en letras que se asemejan en mucho a lo que hemos visto, olido, tocado, sentido, saboreado. Al final del amor lo que nos queda es el recuerdo, lo sabemos, el recuerdo que es plenitud. El recuerdo que es el pulso de la sangre pasional. En poemas de cummings quiero tocarte toda, lento, poco a poco la caliente carne, quemarme cn tus fuegos y que la noche nos lleve

si he hecho, señora varias
cosas difìciles e imperfectas que principalmente afectan
tus ojos (más frágiles que los sueños más profundos son frágiles)
canciones menos firmes que la canción más blanca de tu cuerpo
en mi mente-si no he logrado atrapar
la mirada muy tímida- si a través de mi canto se escapa
la indiferencia tan hábil de tu sonrisa
el amargo y prístino silencio de tu cabello

-deja que el mundo diga "su más sabia música no le robó
nada a la muerte"-
sólo causarás
(que estás tan perfectamente viva) mi pena:
señora cuyos labios profundos y frágiles
entraron los pequeños pies dulces y torpes de abril

en el prado árido de mi alma
e.e. cummings

deranged